El vocablo
latino perdĭta se transformó, en nuestra lengua, en pérdida. El
concepto se emplea para nombrar a la falta o ausencia de algo que se
tenía. Cuando una persona dispone de una cosa y luego ya no, podrá
decirse que sufrió una pérdida. Queda claro entonces que para perder algo,
primero hay que tenerlo, ya sea de manera física o simbólica. En otras
palabras: no se puede perder aquello que nunca se tuvo.
La pérdida de empleo, un
divorcio, la muerte de un familiar o enfermedades,
son algunas de las causas que pueden derivar en un DUELO.
Se refiere al dolor o
aflicción que se siente como consecuencia de algún hecho o pérdida irreparable.
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