El duelo no elaborado es
una de las principales fuentes de enfermedad somática grave y de trastornos
psicopatológicos.
En el duelo se trata de la
pérdida real de un objeto que produce un agujero que el significante no alcanza
a suturar.
Se hace necesario entonces
un trabajo que es de elaboración simbólica, de reconstitución, ya que la
pérdida se produce en lo real y el duelo es la tarea simbólica de desasimiento
libidinal de ese objeto perdido para así
poder recubrir el agujero que ha dejado con nuevos trazos significantes,
nombrándolo.
La función del duelo, es
la de subjetivar la pérdida inscribiendo un trazo nuevo, que recubra ese
agujero en lo real producido por la pérdida.
De allí la importancia de
los ritos funerarios que intentan nombrar algo, trabajo necesario para que lo
que murió en lo real, muera en lo simbólico.
Por otro lado, el dolor
del duelo afecta al cuerpo imaginario. Es en la escena social con el semejante
que el dolor por la falta encuentra su localización y acotamiento.
Los ritos funerarios son
consustanciales al trabajo de duelo siendo una de las condiciones de su
posibilidad, regulan la angustia, aportando una inscripción simbólica de la
pérdida.
Allí donde se impiden no
puede operar el trabajo del duelo, este se interrumpe.
La omisión de ese acto de
inscripción promueve el detenimiento del trabajo en ese primer tiempo del duelo
en que el sujeto reniega de la pérdida.
En la clínica un duelo
atascado o detenido, se manifiesta con la presencia de fenómenos en vez de
síntomas. Fenómenos que son del orden de un hacer, mostrar, escenificar, que se
repiten en un intento fallido de inscribir lo traumático de la pérdida.
Fenómenos que quedan por
fuera de la trama simbólica. Entre éstos se incluyen muy frecuentemente
enfermedades psicosomáticas, adicciones, anorexia-bulimia, acting out, pasajes
al acto.
Algo de lo imposible de
ser articulado vía significante se muestra en esos fenómenos. El detenimiento
del duelo desemboca en la eternización del dolor.
luciaespinosa94@yahoo.com.ar